Benjamin Franklin, creador del pararrayos y expresidente de los Estados Unidos, un hombre con una capacidad intelectual brillante, y con un excelente manejo de las  emociones que con sus estrategias cambió la forma de pensar que tenía sobre él su máximo adversario. Franklin utilizó el poder de las emociones para acercarse de alguna manera a este hombre que se comportaba de manera hostil con él, y al solicitarle un favor, éste se sintió halagado y además le hizo el favor encantado.
Una vez ocurrido esto, Franklin le dedicó una nota de agradecimiento, y a partir de ahí fueron amigos por el resto de su vida.
Es a esto a lo que le se le denomina el Efecto Franklin, si tú le pides un favor a alguna persona, la ciencia te garantiza que le caerás mejor. O dicho de otra forma, puede hacer que le gustes a alguien a quien no le agradas después de hacerte un favor.
Este efecto se da en nosotros mismos o lo pueden usar en nosotros, y provoca que una persona que en un principio no nos caía bien, o que prácticamente nos era indiferente, empiece a caernos bien, o cambiemos la percepción que teníamos de esa persona a raíz de haberle hecho un favor.
Por lo tanto es un efecto donde primero se da la acción y después la percepción.
Y esto tiene que ver con el concepto de Disociación Cognitiva, que no es otra cosa que la sensación de pensar una cosa y hacer otra, existe una disonancia cuando hay contradicción entre lo que pensamos y cómo actuamos.
Las personas experimentan el efecto Franklin porque intentan disminuir su disonancia cognitiva, esto quiere decir que cuando una persona a la que no le caes bien, o le eres totalmente indiferente te hace un favor, este individuo se justifica por ello a sí mismo, y esto lo hace para evitar el malestar mental producido por tener varias creencias contradictorias al mismo tiempo. Es decir, no solemos beneficiar aquellos que no nos gustan, esta situación provoca disonancia, y la forma de reducirla es aumentar nuestro gusto por el destinatario del favor, o sea, llegar a sentir que se lo merece.
Y esto es lo que le ocurrió al adversario de Franklin, Franklin no le caía bien, pero a pesar de su forma de pensar, decidió hacerle el favor y ayudarle, y además al ayudarle no solo provoca una reacción positiva en la otra persona sino también en él mismo porque empieza a pensar que tal vez y a pesar de sus opiniones sobre él, definitivamente le cae bien, o de lo contrario no le habría hecho el favor.
Podemos decir que el efecto Franklin es la teoría de la autopercepción. Y en el contexto de dicho efecto, esto lo que significa es que cuando hacemos un favor a alguien con quien no tenemos una relación previa significativa, el concepto de la autopercepción nos lleva a observar nuestras acciones positivas hacia esa persona y llegar a la conclusión de que tenemos sentimientos positivos por ella.
Concluyendo, en situaciones determinadas el hecho de pedirle un favor a alguien que se sienta reconocido y respetado, puede lograr que desarrolle sentimientos y emociones positivas hacia quien le pidió el favor.
Ahora bien, no es tan sencillo como pensar que si le queremos caer bien a todo el mundo debemos ir pidiendo favores sin más y a diestra y siniestra.

 

 

¿Cómo Utilizar el Efecto Franklin de Forma Eficiente?
La manera más básica de utilizarlo es pidiéndole un favor a la personas, concretamente en situaciones en las que exista el máximo convencimiento de que hacerlo hará que gustemos más a esas personas.
Pero una forma de saber manejar el efecto Franklin de manera eficiente, depende del buen uso que hagamos de las emociones.
No olvides que la relación que hay entre el Efecto Franklin y la Disonancia Cognitiva, no es otra que la necesidad que tenemos los seres humanos de agradar a los demás.
Así que para lograr este efecto en las personas, tenemos que saber muy bien a quién vamos a acudir, conocer las emociones de esta persona y tener una buena estrategia de persuasión a la hora de ir a pedir ese pequeño favor, ten en cuenta que esta persona tendrá una lucha interna en su mente tratando de justificar la acción o el hecho.
Es muy importante saber cómo queremos provocar este efecto, ya que puede variar o incluso estar ausente, porque tal vez a la persona que realiza el favor no el interese mucho, o por la manera en la que influimos en los sentimientos y emociones de las personas, y el tiempo que durará esta influencia.
Existen factores que pueden influir en la posibilidad de que las personas experimenten este efecto:
1. El deseo de reducir la disonancia cognitiva.
2. Cuando el favor se le hace a una persona por la que se tiene un mínimo de sentimientos positivos.
3. Cuando el efecto es provocado por la autopercepción y un individuo no tiene una actitud determinada hacia la persona que le solicita el favor.

 

 

Consejos que Ayudan a Optimizar Nuestras Capacidades para Utilizar o Provocar este Efecto

  1. La magnitud del favor no es tan importante como el favor en sí. El aumento de la simpatía se da por el hecho de que otra persona nos hace un favor, no importa si es un pequeño favor.
  2. Elimina el miedo de pedir ayuda, ni subestimar las posibilidades de que otros faciliten o presten la ayuda. Los ayudantes potenciales se enfocan en el impacto social que puede tener rechazar una solicitud, y la gente quiere evitar esto siempre que sea posible.
  3. Hay que recordar siempre que aunque nuestras intenciones parezcan obvias, lo más común es que a la otra persona no se lo parezcan. Solemos sobreestimar las posibilidades de que la otra persona se entere de que le pedimos un favor con el fin de construir una relación. Si tenemos esto en cuenta, estaremos más preparados, dispuestos y mucho más cómodos a la hora de pedir un favor.
  4. Hacer un pequeño favor previo a la otra persona antes de pedirle uno, nos ayuda a aprovechar los efectos de la reciprocidad. De esta forma es menos probable que alguien se niegue a ayudarnos más adelante. Que el perido de tiempo entre el favor que hacemos y el que vamos a pedir sea corto, es algo a tener en cuenta, ya que los efectos de la reciprocidad disminuyen con los días.
  5. Hacerle un favor a cambio a esta otra persona después de haberle solicitado uno. Esto suele aumentar las posibilidades de que la otra persona nos ayude si le volvemos a pedir un favor.

Es muy importante pedir favores utilizando el sentido común, hay que ser realista con los favores que se piden y a quién se le piden. Para esto, tener el poder que nos brinda  la información y conforme a ello actuar desde y hacia la emoción, nos ayudará a provocar el efecto, asimismo obtendremos muy buenos resultados si sabemos pedir los favores de forma amable y educada.

 

 

 

Ejemplos de Efecto franklin

El mejor ejemplo de efecto Franklin es aquel mismo que le dio su nombre y en el cual Benjamin Franklin luchó con la enemistad de un legislador rival.
Una investigación de la Sociedad Japonesa para la Promoción de la Ciencia concluyó que aunque una solicitud de ayuda pudiera suponer o imponer una gran carga para el proveedor de la ayuda, realmente ayuda a promover una relación más sólida.
En esta investigación los participantes fueron jóvenes japoneses y norteamericanos a quienes se les pidió ayuda para resolver un acertijo, (el solicitante de dicha ayuda era un partner que trabajaba de forma anónima en esta investigación), todo aquel que que se sumó a resolver el acertijo experimentó el efecto Franklin, expresaron sentimientos y emociones positivas hacia el cómplice de la investigación.
Por ejemplo, en el trabajo hay una persona de tu mismo equipo con quien no tienes tanta afinidad, o no os conocéis bien, o sencillamente tú le caes mal.
Pero no sabes cómo romper el hielo y se te ocurre que pidiéndole un favor sobre algo que tenga que ver con un tema que esta persona controla, del que tiene buen conocimiento y que además puede aportar muchísimo valor a un proyecto en el cual estáis trabajando en común. Vas a conseguir atraer su interés hacia a ti, te va a hacer el favor, le vas a hacer sentir muy bien por el solo hecho de haber tenido en cuenta sus capacidades para ayudarte, y finalmente cambiará esa percepción que tenía de ti y terminéis estrechando lazos o estableciendo una relación de amistad.
Seguramente habrá un momento en su mente donde piense el por qué has acudido a él, o por qué tenías que ser tú quien le pidiera ese favor, pero una parte de su mente justificará la acción y será lo que le lleve a hacerlo.
El Efecto Franklin se daría en esa persona, pero serías tú con conocimiento previo de sus emociones y utilizando el poder de estas mismas quien lo provocarías.
El Efecto Franklin es un arma poderosa en Marketing para la fidelización de clientes.
Incluso en los conflictos armados cuando se da una guerra, en el deporte, en la competiciones, generalmente en el día a día, digamos que es un fenómeno que convierte emociones negativas en emociones positivas.
No olvides nunca:

  • Intentar pedir favores a personas que conozcas previamente y que sepas cuál es su situación emocional.
  • Pedir algo simple, nada complejo.
  • Ser agradecido, demostrarlo y hacérselo saber a quien te ha ayudado.
  • Y aprovechar muy bien esta ayuda para cuando pidas otra, piensa que entre más ayuda pidas, más fácil será que te vuelvan a ayudar.